Lo nuestro era ilusión en polvo. Fatídicos acordes de sentimientos atrapados en la piel. Palabras que se ahogan en el oscuro silencio. Mías, tuyas, nuestras… qué más da. Lo nuestro eran miradas pausadas, aunque su efecto durara tan sólo una milésima de segundo en el espacio dentro de mis cavidades eran una eternidad. Eran abrazos, abrazos con olor a ti. Lo nuestro eran detalles pequeños sin bellezas que abrumaran. Eran poemas, poemas basados en San Valentín, porque sin ti ese día no cobraría significado. Lo nuestro eran vientos que soplaban con la furia de un huracán pero que apenas te acariciaban la mejilla. Era negar nuestro destino, era no aceptar lo que estábamos viviendo. Lo nuestro eran dudas sin respuestas. Eran imágenes sin sombras. Lo nuestro eran suspiros, eran lágrimas que hablaban de nosotros. Era llorar a escondidas para no defraudarte. Lloraba porque vivía cada día sin vivirlo. Vivía sólo para entregarte miradas, mis energías, mi vida en un segundo y poder sonreír al saber que te quedarías solo por mí. Vivía para amarte eternamente en mis sueños. Vivía para escuchar tu dulce voz, haciendo eco en mi corazón, corazón desértico lleno de dolor. Vivía para aprender uno del otro, aunque nos hiciera daño. Yo, que creía que la palabra nostalgia sólo se usaba en canciones y poemas demasiado cursis para encontrarles sentido. Yo, que lo veía como un término de esos que sólo sirven para personas que mienten. Nostalgia de las palabras que no sabías decir y no hacía falta buscar. Nostalgia de adivinarte con prisa. Nostalgia de ese poco tiempo que nos daba para tanto. ¿Y después de estas palabras? Cómo me gustaría que estuvieras aquí, sentado a mi lado, agarrándome la mano. Cómo me gustaría decirte lo muchísimo que te quiero, cómo me gustaría que esto no acabase nunca… Me miras y tus ojos se pierden sin saber hablar. Pero me dices, me gritas, me sientes. Todo en silencio. Me quieres. ¿Desde cuándo? Echemos la vista atrás. Alto, no dejes de mirarme. No sueltes mis ojos y señalémoslo en el calendario. En rojo, en negro, fatídico, magnífico. Absurdo o eterno, solo nosotros. En realidad, y lo sabes mejor que yo, no podemos. Somos atemporales, sigue mirándome, y lo seremos siempre, como si hubiéramos dado un salto al vacío y, en medio de la caída, sin saber cuándo, nos hubiéramos cogido de la mano. Y sin fecha en el calendario, te miro, y el corazón me da volteretas dentro del pecho. Será, quizás, porque te quiero. ¿Y tú? Vuelve a mirarme. Tú también, sabe Dios que estoy en lo cierto. Pero no estás, por mucho que me joda. Solo en mi recuerdo.
domingo, 25 de diciembre de 2011
domingo, 18 de diciembre de 2011
martes, 13 de diciembre de 2011
Mejor imposible
Tengo un cumplido estupendo para ti: puede que yo sea la única persona sobre la faz de la tierra que sepa que eres la mujer más fantástica de la tierra. Puede que yo sea el único que aprecie lo asombrosa que eres en cada una de las cosas que haces y en cómo eres… y en cada uno de los pensamientos que tienes y en como dices lo que quieres decir y en como casi siempre quieres decir algo que tiene que ver con ser sincero y bueno. Y creo que la mayoría de la gente se pierde eso de ti y yo les observo preguntándome como pueden verte traerles su comida y limpiar sus mesas y no captar que acaban de conocer a la mujer más maravillosa que existe. Y el hecho de que si yo lo capte me hace sentir bien conmigo mismo.
sábado, 10 de diciembre de 2011
Como lo tienes tú
Un día quiero dejar el mundo entero por ti.
La misma noche me aburro y no eres para mí.
Como quisiera tenerlo tan claro como tienes tú.
jueves, 8 de diciembre de 2011
Tengo ganas de ti
Tengo ganas de tenerte, de quererte, de soñar contigo todas las noches, de que llames a mi puerta y me digas que me amas, de que rompas el silencio que a veces nos separa, de que arriesgues, de que luches, de que descubras que te hago falta. Nuestro amor no es imposible, pero hay que quitar los obstáculos que obstruyen nuestras mentes, quiero fugarme contigo, a una playa, la más lejana de todas y tumbarme en la arena, tranquila, serena, sabiendo que me amas, mirando el cielo, ahora ya no es gris , ya no está nublado porque me abrazas, me coges y me dices que me amas.
domingo, 4 de diciembre de 2011
Inolvidablemente vivirás en mí
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Lo bueno no dura para siempre, pero sí lo suficiente como para volverse inolvidable.
viernes, 2 de diciembre de 2011
La vie en rose
Linus: ¿Cómo se dice en francés: Mi hermana tiene un lápiz amarillo?
Sabrina: Ma soeur a un crayon jaune.
Linus: ¿Cómo se dice: Mi hermano tiene una novia encantadora?
Sabrina: Mon frère a une gentille fiancée.
Linus: ¿Y cómo se dice: Me gustaría ser mi hermano?
jueves, 1 de diciembre de 2011
Y siento que aún me falta algo
Sabía que los silencios no pueden calibrarse, un silencio es un silencio, no puede ser mayor o menor que otro; pero tenía la certeza de que aquel silencio era insuperable, era el mayor que nunca hubiera "escuchado" y estaba convencida de que nadie jamás podría encontrar alguno igual. Sus pisadas sobre las hojas caídas no sonaban, el viento soplaba con fuerza y agitaba las ramas de los árboles pero no se le oía silbar, a su izquierda veía las aguas de un río bajar impetuoso pero no emitía sonido alguno. Una tormenta silenciosa se presentó de repente. Los rayos se sucedían uno tras otro pero no escuchó trueno alguno. La lluvia era tan densa que apenas podía ver unos metros más allá, caía con fuerza, con furia... pero silenciosa como si de nieve se tratara. En apenas unos minutos desapareció tan repentinamente como había surgido. Se sentía limpia, liviana, como si aquella tormenta se hubiera llevado todas sus cargas, sus preocupaciones, sus sinsabores, sus pesadillas... El agua acumulada en las hojas de los árboles goteaba incesante sobre la hierba ya mojada. Aquella sensación de tranquilidad que la ausencia de sonidos transmitía le impidió darse cuenta que no podía oler la hierba mojada. Se encontraba en medio de un frondoso bosque, junto a un río que parecía acompañarle en su paseo y no escuchaba ningún tipo de sonido ni podía diferenciar ningún tipo de olor. Aquello le extrañaba pero en ningún momento le asustó, le provocaba una sensación de paz difícil de explicar. Notó como la niebla empezaba a aparecer. No caía, se levantaba desde el suelo. Intentó hablar pero no salió sonido alguno de su boca. Por fin lo comprendió. Supo que aquel sabor intenso, cálido, iba a ser lo último que iba a experimentar. Esta vez fueron sus propias lágrimas las que llegaron a su boca... eran dulces, lágrimas de alegría.
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