domingo, 30 de octubre de 2011

Kilómetros a la espalda

Antes de poner en duda una sola de mis palabras dime cuándo te he mentido, porque puedo equivocarme pero no te engañaría. Puedo girar bastante más deprisa de lo que luego tardo en equilibrarme. Puedo maltratarlo todo aunque lo quiera. Y hay cuando no tengo nada y puedo con todo y hay cuando no puedo con nada y, además, no lo quiero. 


Puedo escribir páginas y páginas de mentiras en primera persona que nada tengan que ver con mi ánimo, ni con el ánimo de mi karma, ni con nada de nada. Que cada kilómetro a la espalda le resquebraja a cada uno de una manera distinta el espejo, y yo sólo voy dejando aquí y allá pruebas inexactas de lo que siento, y hay veces que ni eso. Te juro mi vida que hay veces que ni eso.
Golpear y resbalar indistintamente de piel a pared, moratones vitalicios sin memoria, y cada herida es un misterio en la resaca, y ¿qué quieres que te diga? tampoco procuro entenderlo. Sentimientos.
Y entre abrazos te dices “Uy que va, o bueno, puede que sí”. Y al día siguiente a la distancia le soplas “Me salen chichones de pensarte, amor como dueles, y eso que pienso que no te quiero, y eso que esta vez sí que miraba por dónde iba pisando”.
Porque  el “Se mira pero no se toca” equivale a “Se siente pero no se entiende”. En cuanto a tentación y a sentimientos se la traemos bastante floja, te lo aseguro por experiencia. De cuando yo  na’ más que he sido eso, sentimientos.
Desarraigarse. Mandarlo todo, maldita sea, por una vez, al infierno. Ser uno mismo a riesgo de caer en picado y para siempre en el intento. Porque la ida sin peligro es como el mundo sin John Lennon: gris manicomio, casi humo.
Aquí me tienes, haciendo un cameo en tu vida. Soy sólo el delirio en ayunas de nuestras intenciones reflejadas en miradas, así modernitas, dentro de unas gafas de sol. Soy sólo eso, soy sólo una reacción. Estoy aquí de rebote. De mayor quiero ser instinto. Aquí me tienes con mi idilio de garrafón convertido en gas lacrimógeno. Estos son mis credenciales. Te tomo prestado la mitad de tu pasado para derrochar innecesariamente cariño, porque es como yo, inútil pero bella.
Idílicamente tú, idílicamente yo. Dime si el delirio no es una inmortalidad más a la que aferrarse. Pon todas las cruces que quieras si piensas pagar con intereses tus deudas, tus deudas tuyas. En el fondo mentimos como cosacos, diciendo que en vez de evitar hundirnos, nos place la deriva, y que va en serio eso de que estamos locos y alegremente confundidos, y que tememos poquito más que la inseguridad, pero en fin, cada uno con su pedo.
Antes, mucho antes de jugar a querernos, me acuerdo de situaciones lumínicas escandalosamente aburridas. Antes de ponernos a hablar como si leyésemos todos los días los periódicos, he de leer en tus cicatrices que ha habido cuando no sabías en que día vivías, ni qué mundo era éste de amenazas legales especializadas en alas, y tú como si nada.
Dime cómo de absurdo es preferir el amor a primera vista a torpes, torpes intentos de soledad chamuscada. Ahora que nos las damos de genios y de ágiles y de que vamos serenos, con eso de que nunca seremos las cenizas de no vernos si bailamos a las tres de la tarde como si fuesen de la mañana. La conclusión, la epifanía de que si no estoy, del verbo ESTAR con mayúsculas, te quemas.
He aprendido a trompicones un montón de tonterías y a pescozones a besarte, llorando que no estoy de sobredosis. He jugado a destroquelar tus opiniones, invirtiendo su diplomacia y a electrocutarte el peinado y a limarte a arañazos. He jugado a jugar contigo y me has ganado, y ha habido veces en las que no estaba jugando pero jugaba a que no te dieses cuenta.
He subido a lo más alto, sólo porque luego la hostia iba a ser mayor. He dejado a gente estupenda por el camino y me empacha de indiferencia su recuerdo, me he mojado cuando hizo falta mojarse y ya ni eso. He renegado del mundo hasta tal punto que me cuesta volver, aunque sea para unirme a la lucha.
Ser o no buena gente, así, tan buenagentemente dicho puede, en fin, qué sé yo, pero puede que sea saber que te quieren y sentir que te lo mereces.

viernes, 28 de octubre de 2011

Lo perfecto de lo imperfecto

¿Y pensando se es realmente feliz?
¿Haciendo las cosas perfectas?
¿No equivocándose nunca?

Ríete de la gente que lo hace todo bien, que dice ser feliz, perfecta, porque es todo mentira. Las verdaderas sonrisas están en la adrenalina y en los momentos especiales, en los cuales, ni piensas ni razonas ni haces lo correcto, nada de eso importa. La vida está en esos momentos, en ser un impulsivo, en equivocarse, en hacerlo todo al revés, en querer y odiar, en arriesgar, en vencer el miedo, en pasar de fase. Que se quede en ya no quiero, sólo echo de menos.

miércoles, 26 de octubre de 2011

El Pensamiento Negativo

Tanto tiempo sin llamarte "mi vida". Tanto tiempo sin escribirte a la cara. Esta vez solo tú sabes que me dirijo a ti. Te escribo a toro pasado, después de la batalla, cuando dicen que todos somos generales. Pero te juro que ha sido necesaria la distancia de un adiós y el tiempo de varios silencios para poder atreverme a esto. Te preguntaras por qué lo hago aquí y de esta manera. Que por qué nos tienen que estar escuchando. Tranquilo. No les voy a contar nada que tú no quisieras que oyesen. Sólo están a modo de testigos, no de jueces, y ni van hablar ni a decirnos nada. Nos leen, y coincidirán o no, pero eso jamás lo tenemos por qué saber tú y yo.

El hecho, la verdad, es que te he estado echando tanto de menos que todavía a veces me lloro encima. Te he buscado, no ya en otros brazos, sino en otras miradas que no tenían tus ojos, en otros labios que cerraron los míos, en otras caricias que no me hicieron olvidar las nuestras. El olvido se me fue de las manos, y hasta la fecha aún me ha sido imposible decirle cómo, cuándo y dónde dejarte atrás. Imagínate cómo lo he pasado que he llegado a envidiar a los que aún no te conocen, porque ellos pueden soñarte a placer sin la angustia de saber que realmente existes.

A estas alturas, ya todo es tarde. A medida que le daba puerta a tu ausencia, he ido echando paladas de otras tierras sobre esta añoranza tuya. No me mal interpretes: no es ingratitud, es supervivencia. Tú, por tu parte, fijo que has abierto la jaula de tus ex, de tus otros amores, de las de polvo fácil, que deseaban desde hace tanto tiempo este momento. Salúdalas, no te olvides de darlas de comer de tanto en tanto y sobre todo pídeles perdón de mi parte por haberlas hecho esperar.

Acabadas las presentaciones e impresentables, quiero decirte que nada de esto ha sido en vano. Siempre he creído que el arrepentimiento era el analgésico de los moralistas y el anestésico de los cobardes. Y, hoy por hoy, sigo valientemente orgullosa de haberlo intentado, de haber perdido todo y haber sentido lo que tú me has hecho sentir.

Una relación puede ser el mejor espejo, a veces cóncavo, a veces convexo, jamás plano, que enfoque y descubra partes de ti que jamás habías visto desde esa perspectiva. Estoy descubriendo que no es incompatible que tú seas un mujeriego con el hecho de que me quieras con locura. Nos hemos dolido hasta decir basta, nos hemos herido aún convalecientes, y nos hemos curado hasta resucitarnos casi del todo. Quien no haya fracasado como nosotros, no tiene ni puta idea de hasta dónde se puede creer, querer y caer.

Que se aparten los Romeos y Julietas, que miren y aprendan los amantes y amados de cualquier época, raza y condición, que tú y yo hemos tocado todos los cielos del primero al séptimo, que tú y yo hemos mordido el polvo de todos los infiernos, que tú y yo nos hemos devuelto a la vida, a la muerte, y a todo lo que pueda haber entre medio.

¿Sabes cuando estás en una relación en la que todo va bien, no hay discusiones, parece que marcha como la seda, y sin embargo sabes perfectamente que ésa no es la persona? Pues a mí, contigo, me pasa todo lo contrario.

Pero gracias a ti he descubierto muchas más cosas. Que lo bueno de la ruptura es todo lo que pone en evidencia. Para empezar, lo más obvio, que seguro que podríamos haberlo hecho mejor. Dejar atrás, a un lado, las demás personas y cosas, superar los obstáculos siempre que hubiéramos caminado juntos. Dejarse es sólo el principio del principio. Del psicoanálisis, de la psicoapatía, de las psicrobacias.

Segundo, se puso en evidencia el entorno de la relación. Como ocurre en la vida, en los suburbios de un amor es donde suelen vivir las cosas más auténticas e indeseables del acto de quererse. Amigos, familia, conocidos, todos de pronto se sienten en la obligación moral de tomar partido, cuando nadie se lo ha pedido, y sobre todo, de tratar de entender las cosas que ni siquiera uno acierta a explicarse.

Ahora, con el deseo roto y la intuición dañada, uno intenta recobrar algún resquicio de credibilidad, primero ante uno mismo, luego ante los demás. Parece que, como te equivocaste, todas las promesas que quedan suspendidas en el calendario ejercen de cachitos de mentira contra la ingenuidad de cualquier nueva emoción. Te fallaste, y fallaste a todos los demás, así como a cualquier compromiso que puedas adoptar en un futuro inmediato, simplemente por el hecho de que éste no te funcionó como esperabas.

Además, cada vez que fracases en una relación, no te preocupes, que vendrá algún capullo recordándote lo mucho que estabas dispuesto a invertir en esa relación. Es como si ése se alegrara de todo lo que ahora parece hecho añicos. Poca gente te viene a decir que hiciste bien en fiar, fiarte, confiar y confiarte. A poca gente le importa que aquello deba tener algún valor para ti, y que así no todo sea tiempo malgastado.

Por último, se puso en evidencia mi máxima favorita: que crecer es aprender a despedirse. Un proceso de aprendizaje en el que vamos ganando maestría, pues parece que cada vez nos despedimos mejor de las cosas, situaciones y personas. Aquí tú has estado increíble. “Pues yo contigo espero aprender a no despedirme”. Y me volviste a dejar con esa cara de tonta.

Supongo que no te importará que te lo diga ahora, pero has sido el referente, un nuevo paradigma, la nueva tabla de medidas en un universo pequeño y poco dado a las sorpresas hasta que tú llegaste. Creo que jamás estaré segura de haberlo dejado contigo. Y eso es precisamente lo que te hace grande, lo que nos hizo grandes a los dos.

Ya sólo nos queda la distancia de sabernos desde lejos. Algún día, como suele pasar por los barrios de esta edad, nos volveremos a encontrar, tú con alguien, yo con otro, y deberemos luchar contra esa naturaleza que nos amarró desde el principio, sorteándola con una sonrisa y alguna broma que sólo tú y yo entenderemos.

Si crecer es aprender a despedirse, tú me has enseñado a no querer despedirme, por mucho que no lo hayamos conseguido. Igual porque no supimos ver que si separas un adiós como nos hemos separado tú y yo, así, de cuajo y recién empezado, lo que te queda es esta esperanza idiota con forma de petición tan absurda como a quien va dirigida, ese alguien en el que por un momento necesitas creer con todas tus fuerzas, ese alguien al que suplicas, por una vez y sin que sirva de precedente, que te haga caso, un deseo sincero dirigido a nada más ni nada menos que a él. A Dios.


El Pensamiento Negativo

lunes, 24 de octubre de 2011

Un instante especial, mágico y, a veces, inolvidable

Te quiero porque tú me haces fácil lo difícil.
Por cómo me miras cuando te hablo, y cuando no me doy cuenta.
Por todas las veces en que hemos sido cómplices de una sonrisa.
Por tus celos de hojalata. Por tus intentos de darme celos. 
Porque parece que todo el mundo lo supone.
Por las palabras que me dices al oído y con esa vocecita. 
Por tus canciones, si salen de tu boca.
Por recordar todo lo que te digo, y todas nuestras conversaciones. 
Por las meteduras de pata que casi nos llevan a los besos. 
Por las cosquillas. 
Por los dibujos en cualquier sitio. 
Por la sensación de que estas pensando lo mismo que yo. 
Por todas las paridas sin sentido, las dudas mal resueltas y los secretos a voces.
Por la cantidad de días que nos levantamos con ganas de vernos.
Te quiero por todo eso y más, muchísimas gracias por existir :)

martes, 18 de octubre de 2011

Sonrisas de papel

Pero no existen heridas que me impidan sonreír,
cuando entiendo que algún día
nos volveremos a unir…


miércoles, 12 de octubre de 2011

¿Tanto cuesta entenderlo?


Aunque por naturaleza las personas hablan siempre más de la cuenta. Opinan sin que les pidas opinión y destrozan con palabras sin sentido alguno.
La gente no sabe cuánto te amo, no son conscientes de las sonrisas que me robas cada día. Ellos no me oyen reír cada vez que hablamos por las noches y ni ven mis ojos brillar con tan solo pensar en tu nombre... Se basan únicamente en el dolor. ¿Dolor? ninguna relación es perfecta y apuesto a que ninguno de ellos la han tenido menos dolorosa que la mía.
¿Tanto cuesta entenderlo? Le quiero, con sus pros y sus contras. Le quiero porque tan solo él me sabe guiar... Le quiero porque decora cada puñetero día gris de mi calendario. Le quiero porque... porque sale en mis sueños y en mis pesadillas, y te aseguro que esas gotas a las que tu llamas lágrimas tan solo son una gotita de amor disuelta en el suelo de mi habitación.

domingo, 9 de octubre de 2011

Aún no he sido capaz de cansarme de ti

-Sí, puede que tal vez me haya cansado. Quizás me haya cansado de desilusiones, quizás de soñar despierta o de mirar el móvil cinco veces cada vez que me despierto en mitad de la noche. Y quizás también me haya cansado de esconder mis sentimientos, de fingir que todo da igual, de hacer como que no te he visto cuando al mismo tiempo me vuelan mil mariposas en el estómago. Y también de ver películas de amor con final feliz, y de preguntarme por qué yo todavía no he tenido ningún final así. Cansada de dar pasos equivocados, de odiarme a mí misma por no ser capaz de odiarte a ti, cansada de tumbarme en la cama en plena tarde de domingo mientras ahí fuera pasa la vida como si nada. Cansada de tantas cosas, que ya no recuerdo por qué cogí ese camino, por qué me ilusioné tantas veces como una cría, por qué no fui capaz de decirte aquel día que me pasaría la vida sentada a tu lado sólo para oírte respirar. Y ahora que todo ha pasado, todavía me pregunto por qué después de este tiempo no he sido capaz de cansarme de ti...

lunes, 3 de octubre de 2011

Soy un lio y a la vez lo más simple del mundo

No soy fácil, pero tampoco tan complicada. No soy de las que suelen regalar el oído así porque si, ni de las que repiten 1000 veces lo que estás deseando escuchar. No soy ese rosita que toda niña espera cual príncipe de cuento y sinceramente no creo en los cuentos, no creo en las princesas ni en los príncipes y mucho menos en los sapos que se convierten.
No soy de las que esperan que nadie les dé nada sin buscar algo a cambio, pero tampoco soy de las que da todo una y mil veces para que al final te la claven por la espalda novecientas noventa y nueve.
Soy un lio y a la vez lo más simple del mundo. No soy de las que prometen la luna porque sinceramente no llego a por ella, no soy la mas cariñosa y no digo al mes más de treinta te quiero, porque por más que lo digas no se quiere más. Soy una inestabilidad demasiado estable, no puedo prometer un mundo nuevo porque por mucho que quiera no tengo la fuerza para cambiarlo. No quiero ser una princesa de cuento, porque sinceramente me parece una auténtica gilipollez, no creo en las hadas y tampoco en nada que no haya vivido antes. Pruebo y compruebo todo, he vivido todo pero no lo esencial, soy lo que soy y en realidad no sé lo que quiero ser. Soy esa que habla de todo con todos y en tu cara a penas puedo susurrar lo que debería. Soy la que quiere compromiso pero no lo quiero a la vez, porque me parece una forma de atarse pero sin embargo me ato sin remedio. No seré la tonta que te diga que si a todo con la única esperanza de robarte un beso porque si me lo niegas, es que no sería para mí. No presto atención a todos, porque no todo me interesa, no me gusta hablar de mis sentimientos, ni de lo que pasa por mi cabeza a menudo y tampoco me gusta esa gente que dice o hace las cosas para que alguien les dé un mínimo de su tiempo, soy de la idea de conmigo quien quiera y contra mí quien pueda, pero mucho más me gusta eso de que el tiempo es sabio y pone a cada uno en su lugar.
Soy imperfecta hasta la saciedad y la saciedad es mi perfecta definición de la vida, no seré la que te prometa una vida llena de colores porque la realidad en un preciso momento los teñiría. 
Soy aquella que sin decirte nada te lo dirá todo, que sin que pidas nada sabré lo que tengo que dar, que sin decirte que si, será que si sí es lo que tiene que ser. Soy la que te construye un camino real, con sus partes buenas y partes malas, pero siempre reales y que no recorrerás solo. Soy la que te quita el aliento y el sueño, un día por lo que te hago sonreír y al siguiente porque soy un desastre. Soy la que te hará gritar, llorar y enfadarte, pero soy la que te pedirá perdón cuando sea necesario. Soy la que a pesar de no saber expresar lo que siente por miedo a ahogarse, hará que te ahogues el día que me exprese.
Soy lo que tú quieras ser conmigo.
No me pidas que lea tu mente si puedes decirme claramente lo que quieres, no esperes que te siga, espera que te acompañe o sino, acompáñame tú. No te diré que te quiero pensando que eso haría que te sintieras especial, me presentaré un día delante tuyo y te besaré porque si, y entonces serás especial, al menos para mí.
En el fondo lo único que he querido decir es que, a pesar todo ese camino que es real y que es un camino a recorrer, si quieres recorrerlo o estás seguro de que es lo que más quieres, lo haremos juntos, verás paisajes bonitos y días con nubes que tapen el sol, pero lo más importante es que sea nuevo y diferente.
Te regalo mis momentos y mis horas y si eso te sirve de algo llegaremos a lo más alto, tú y yo. Al menos por una vez esto es lo que tienes, y aunque no sea perfecto, es tuyo.