viernes, 22 de julio de 2011

Si mis besos son tu felicidad, nunca te va a faltar


De acuerdo, no nos engañemos, pese a estar entrando el otoño aquel día no había ni una sola hoja en el suelo. El cielo era menos azul que tus ojos porque, claro, yo nunca he visto algo más azul que tus ojos. Y el Sol desprendía una fuerza que sólo es comparable a la atracción que tiene un imán muy potente sobre un objeto metálico. El caso es que empezamos a hablar, una conversación que guardaba cierto parecido con esto:
- ¿Sabes qué?- me preguntaste mientras repasabas el contorno de mis labios con tu dedo índice.
Negué con la cabeza, ya que mis palabras estaban encerradas en tu mano. Y unos segundos después, tus dedos abandonaron mi labio inferior y se enrollaron en mi cintura.
- Hay muchas formas diferentes de ver las cosas.
- ¿Qué quieres decir?- yo, para sorpresa de un par de ardillas que nos hacían de público, no te entendí.
- Mmmm- me entrometo en la narración para decir que, cuando estás pensando estás mucho más guapo de lo normal- Mira al cielo, ¿qué ves?
- Nubes, el Sol... -que sí, que estuve a punto de decir lo anteriormente confesado, 'el cielo menos azul que tus ojos'. Pero, ¿qué quieres? Habrías pensado que estoy loca.
- Y ahora mira ese charco, ¿qué ves?
Estuve unos minutos pensando, por si era una de esas preguntas trampa en las que digas lo que digas no aciertas, y al fin decidí contestar.
- Lo mismo que en el cielo.
- Pero, ¿lo ves del mismo modo?
- No, lo veo un poco borroso porque está reflejado.
- Ajá, ahí quería llegar -parecía que habías descubierto la fórmula química del amor- Tú y yo podemos ver las mismas cosas, pero no del mismo modo.
- Supongo que tiene sentido -como siempre, me habías dejado perpleja.
- Por eso mismo... -dudabas en qué palabra escoger- Muchas personas podemos ver tu pelo negro, tus ojos alegrarse cuando sales a la calle y llueve o entristecerse cuando sacas un 4 en un examen, tus manos dibujando corazones sin necesidad de tiza en una pizarra... Pero, puedo asegurarte, que nadie te ve del mismo modo en que te veo yo.
- Vaya -era lo único que le salió a mi voz- y, ¿cómo me ves tú?
- ¿Cómo te veo? Deberían inventar un adjetivo para ti. Eres la razón de vivir de mis sonrisas, el blanco preferido de mis caricias, la protagonista indiscutible de mis sueños, y el motivo por el que me levanto cada día de ese colchón con patas al que llamamos cama. 
- Te quiero; te quiero de un modo en que nunca te querrá nadie; te quiero de una forma que roza la locura y me da igual, porque sé que tú nunca dejarás de quererme a mí, y también sé que es absurdo que viva de tus besos, pero qué quieres... soy una mujer con una felicidad poco compleja.
- Yo también te quiero a ti. Y no te preocupes, si mis besos son tu felicidad, nunca te va a faltar.

1 comentario: