“Que si el
barco se hundiera... tú serías el capitán. Tenía planeado
escribir cuentos con nuestra historia que no fue; la Luna te la iba a bajar
todas las noches o, por el contrario, te subiría yo a ella. Nos sentaríamos en
unos de sus gigantescos cráteres y observaríamos la atmósfera del planeta Azul
del que huíamos. Te iba a curar las heridas, poco a poco, con canciones,
palabras y susurros de media noche. Saldrías reparado del pasado que te rompió
el corazón y yo con un poco del hilo que nos unía cosería los pedacitos que
quedaron en el suelo de la habitación. Y el colchón hubiese salido todas las
noches para contemplar las constelaciones y los domingos astrománticos se
alargarían para tapar todas las semanas. Y pelearíamos con almohadas repletas
de plumas que escaparían a cada rincón y sentiría lugares de mi cuerpo que
jamás pensé que existían. Y en cada hoja en blanco escribiría tu nombre, tu
inicial o el título de tu canción preferida y los convertiría en aviones de
papel, nosotros nos encogeríamos y volaríamos por el mundo. Sin prisas, sin
preocupaciones, sin daños. Y cada día, antes de dormir, te escribiría un poema
en tu espalda y buscaríamos estaño para soldarnos y fundirnos y amanecer
siameses y quedarnos así. Así, así… Pero te fuiste.”viernes, 10 de agosto de 2012
Confesiones
“Que si el
barco se hundiera... tú serías el capitán. Tenía planeado
escribir cuentos con nuestra historia que no fue; la Luna te la iba a bajar
todas las noches o, por el contrario, te subiría yo a ella. Nos sentaríamos en
unos de sus gigantescos cráteres y observaríamos la atmósfera del planeta Azul
del que huíamos. Te iba a curar las heridas, poco a poco, con canciones,
palabras y susurros de media noche. Saldrías reparado del pasado que te rompió
el corazón y yo con un poco del hilo que nos unía cosería los pedacitos que
quedaron en el suelo de la habitación. Y el colchón hubiese salido todas las
noches para contemplar las constelaciones y los domingos astrománticos se
alargarían para tapar todas las semanas. Y pelearíamos con almohadas repletas
de plumas que escaparían a cada rincón y sentiría lugares de mi cuerpo que
jamás pensé que existían. Y en cada hoja en blanco escribiría tu nombre, tu
inicial o el título de tu canción preferida y los convertiría en aviones de
papel, nosotros nos encogeríamos y volaríamos por el mundo. Sin prisas, sin
preocupaciones, sin daños. Y cada día, antes de dormir, te escribiría un poema
en tu espalda y buscaríamos estaño para soldarnos y fundirnos y amanecer
siameses y quedarnos así. Así, así… Pero te fuiste.”
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