sábado, 12 de junio de 2010

Y jugamos a ser humanos en esta habitación gris...


Recuerdo que al llegar ni me miraste,
fui sólo una más de cientos
y, sin embargo, fueron tuyos los primeros voleteos.
Cómo no pude darme cuenta que hay ascensores prohibidos
que hay pecados compartidos, y que tú estabas tan cerca.
Mis anclajes no pararon tus instintos, ni los tuyos mis quejidos.
Quiero que no dejes de estrujarme sin que yo te diga nada.
Que tus yemas sean legañas enganchadas a mis vértices.
No sé que acabó sucediendo, sólo sentí dentro dardos.
Nuestra incómoda postura se dilata en el espacio
se me hunde el dolor en el costado, se me nublan los recodos,

tengo sed y estoy tragando, no quiero no estar a tu lado.
Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos...  
Y las palabras se me apartan, me vacían las entrañas.
Finjo que no sé, y que no has sabido. 
Finjo que no me gusta estar contigo...
Y al perderme entre mis dedos te recuerdo sin esfuerzo.

Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos...


1 comentario:

  1. Qué difíciles pueden llegar a ser algunas cosas. Las que más queremos suelen doler más que el resto. Obviamente.

    Me gusta el olor a mandarinas. Sobretodo si son recién peladas.

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