jueves, 3 de junio de 2010

...y mi cama se queja fría cuando te marchas

Y hoy, hoy no dedicaré mi espacio de [casi] todos los días en, de algún modo, maldecirme a mí, al mundo, a las estrellas, por no poder estar contigo, a tu lado. Hoy lo dedicaré a quererte, sí, esa cosa que hago con una intensidad que roza la locura. Quererte, como dijo un señor llamado Pedro Salinas, es mi mayor miedo. Quererte es depender de ti, del calor de tus manos, del poder de tus miradas [que me encierran inevitablemente en un mundo distinto, de color]. Quererte,... ¡quererte! Eres, sin duda alguna, una de las personas que más cosas me ha enseñado, una de las personas a las que más quiero, y una de las personas a las que más necesito... Y sé que tú, posiblemente, nunca llegues a saberlo, porque me he autocovencido de que así es mejor, que el ·Tú·y·Yo· que tanto he soñado sólo fue [y será] éso, un sueño, una ilusión ['una sombra, una ficción, que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son...' continuaría Calderón de La Barca]. Montones de besos guardo cada noche cuando sueño contigo, que aguardan ansiosos el día que los quieras, que los aceptes. Mientras tanto, lo más triste, es que ya se han resignado a que tus labios no quieran sus abrazos. Y hoy, hoy te doy las gracias por todo, y por nada en concreto.

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