(...) Desafortunadamente ya
no soy buena para nada, y todo el mundo ha usurpado mi lugar en esta pinche vida (...)
Te quiero más de lo que puedo expresar...
Frida
Kahlo
“Perdóname, no pretendía
despertarte. Sólo llamaba para recordarte que mañana es primavera. ¿Era
necesario echar mano del teléfono para decírtelo un domingo a las
2:00 A.M? Sé que no (soy perfectamente consciente de ello), pero oír tu
risa adormilada ha sido suficiente para mí. Cuando nos volvamos a ver me
preguntarás si lo soñaste o si fue de verdad, y entonces la que se reirá soy
yo. Claro que fue de verdad, te llamé solamente para recordarte un dato tan
estúpido e irrelevante. Quizás sólo era una manera de hacérmelo creer a mí
misma. Que tan sólo nos quedan dos días para reunirnos. Para que vuelvas a
empaquetar cajas, para oír el ruido de las ruedas de tu maleta contra el suelo,
el de la puerta de casa al abrirse. Sé que a la mayoría de la gente le da igual,
y es normal. ¿Qué tendrá de importante? ¿El cambio de clima? ¿La nueva ropa que
llena las tiendas? ¿Qué vuelven a salir las flores? El 21 de marzo es sólo un
día más a tachar en el calendario, tan pronto como llegue se irá. Pero para mí
es mucho más. Significa que podrás dejarte caer en mi sofá, que te oiré
maldecir por lo bajo cada vez que te despierte diciéndote que me tengo que ir a
trabajar, que seré la culpable de esa sonrisa de satisfacción que se dibuja en
tu cara cuando hago el café por las mañanas. Que mi pan de cada día serán tus
abrazos por la espalda y que la cama no estará tan fría. Que me dormiré al
compás de tu respiración y tu voz mientras me cuentas lo que has hecho durante
el día (ya habría querido el rey Shahriar…) Me despertaré viéndote hacerle
competencia al Sol. Creí necesario el llamarte, estoy de celebración. Estoy
deseando tachar ese día en mi calendario y he de confesar que no tengo nada que
envidiarles a las flores, porque tú también volverás. A mi casa, a mi sofá, a
mis mañanas, a ser mi pan de cada día. A mí.”
“Que si el
barco se hundiera... tú serías el capitán. Tenía planeado
escribir cuentos con nuestra historia que no fue; la Luna te la iba a bajar
todas las noches o, por el contrario, te subiría yo a ella. Nos sentaríamos en
unos de sus gigantescos cráteres y observaríamos la atmósfera del planeta Azul
del que huíamos. Te iba a curar las heridas, poco a poco, con canciones,
palabras y susurros de media noche. Saldrías reparado del pasado que te rompió
el corazón y yo con un poco del hilo que nos unía cosería los pedacitos que
quedaron en el suelo de la habitación. Y el colchón hubiese salido todas las
noches para contemplar las constelaciones y los domingos astrománticos se
alargarían para tapar todas las semanas. Y pelearíamos con almohadas repletas
de plumas que escaparían a cada rincón y sentiría lugares de mi cuerpo que
jamás pensé que existían. Y en cada hoja en blanco escribiría tu nombre, tu
inicial o el título de tu canción preferida y los convertiría en aviones de
papel, nosotros nos encogeríamos y volaríamos por el mundo. Sin prisas, sin
preocupaciones, sin daños. Y cada día, antes de dormir, te escribiría un poema
en tu espalda y buscaríamos estaño para soldarnos y fundirnos y amanecer
siameses y quedarnos así. Así, así… Pero te fuiste.”
Tumbada en la cama desecha, te observo. Te miro fijamente. Estas completamente abstraído mirando por la ventana, al mismo tiempo que tomas una taza de café. ¿En qué estarás pensando? Seguramente, ni siquiera te has dado cuenta de que te estoy mirando. Bebes pequeños sorbos, sin apartar la mirada de la ventana. Es extraño. Eres extraño. Será esa la razón por la que me atraes tanto.